6/12/2006

La Argentina anestesiada, por Malú Kikuchi

La Argentina está anestesiada. La economía anda mejor, todo lo demás no importa. Y todo lo demás, es mucho.

En 1853 la Argentina se constituyó como nación y estableció la Constitución de la Nación Argentina. Una esclarecida definición de “nación”, dice que es una colectividad político-cultural con fuerte sentimiento de serlo, preexistente al nacionalismo.

¿La Argentina sigue siendo una nación donde los lazos colectivos son fuertes o se ha convertido a la secta del “sálvese quien pueda”, donde el otro no es un compatriota sino otro, alguien distinto de nosotros, por lo tanto alguien que no importa? Sin recordar que nosotros somos el otro para el otro. ¿Tiene la Argentina un sentimiento común que la une por fuera del nacionalismo barato de una selección de football? Aparentemente, no. Y además, está anestesiada.

Según el diccionario de la Real Academia Española, anestesia viene del griego y quiere decir, falta o privación general o parcial de la sensibilidad, ya por efecto de un padecimiento, ya artificialmente producida. Al cuerpo social de la Argentina le suceden cosas terribles, impensadas en otros tiempos, imposibles de aceptar, y sin embargo, se toleran con resignación, es más, ya ni siquiera causan espanto, son sólo hechos, que suceden. La Argentina, así, a secas, porque ha dejado de ser una nación (concepto que viene de nacer a un proyecto común), está definitiva y convenientemente anestesiada.
La economía anda mejor, eso es indiscutible, por lo tanto, lo demás no importa. No importan que las razones por las cuales la economía crece al 9% anual sean ajenas a las políticas nacionales, (Haití por primera vez en 100 años creció al 3%, por las mismas razones internacionales por las que crece la Argentina).
No importa que en el camino se destruyan las instituciones de la República. No importa que la “caja” sea la dueña del destino de los habitantes de este territorio. No importa que ya no haya ciudadanos que han sido reemplazados por habitantes que pagan impuestos. No importa. Dice Enrique Valiente Noailles (coloquio de Idea, 4/11/04) “algunas gotas de PBI bastan para anestesiar toda rebeldía ciudadana”. Y la Argentina está anestesiada.
De no ser así, ¿cómo se explica que la división de poderes que son el pilar sobre el que se sostiene la República, haya desaparecido sin que nadie protestara lo suficientemente fuerte como para ser oído? El Poder Legislativo, con sus dos cámaras, se ha convertido en la escribanía mayor del Ejecutivo (salvo excepciones opositoras que no alcanzan) y se contenta con dar fe de todo lo que envían desde la presidencia.
A Borocotó que traiciona a su partido, el PRO, antes de asumir su banca de diputado, caso único en la historia nacional, se le permite jurar, porque el Presidente así lo dice. La diputada Alarcón (PJ) es destituida de su cargo al frente de la comisión de agricultura y ganadería en la cámara, por no estar de acuerdo con la política ganadera del Presidente. El diputado Patti, votado por casi 400.000 ciudadanos de la Provincia de Buenos Aires, no puede asumir porque el Presidente ha decidido que es culpable de delitos de lesa humanidad, aunque la justicia no diga lo mismo. Los habitantes, anestesiados, dejan hacer.
El Presidente consigue que las cámaras le aprueben año tras año, la ley de emergencia económica. Emergencia económica que no es tal según el mismo gobierno que exige la ley. El gobierno dice que el superávit fiscal es el más alto de la historia argentina, hace 48 meses que el país crece al 9%. El desempleo bajó. La indigencia y la pobreza están en franco retroceso, se le pagó por adelantado y sin necesidad toda la deuda al FMI, casi U$S 10.000 millones. Pero al mismo tiempo le exige a diputados y senadores que le otorguen la ley de emergencia económica que le permite al Ejecutivo, en materia presupuesto, ... casi todo, sin rendir cuentas. Los habitantes, anestesiados, dejan hacer.
El Poder Judicial, en algunos casos, ha pasado a ser un poder al servicio del Ejecutivo. Por alguna curiosa razón, los militares, en su mayoría el chivo expiatorio del “kirchnerismo”, son juzgados por jueces civiles; al general Bendini, amigo del Presidente, acusado de malversación, se le pasa el caso de un juzgado civil a uno militar.
El tema descomunal por la cantidad de millones que implica, el de los dineros desaparecidos de Santa Cruz, caen, “por casualidad”, en el recientemente nombrado juez federal Guillermo Montenegro, que rápidamente se saca el tema de encima aduciendo que no es un tema federal. Cae, el caso, también “por casualidad”, en el juzgado del Dr. Lozada, Santa Cruz, que “casualmente” es el novio de la sobrina del Presidente e hija de Alicia Kirchner. “Casualmente”, los dineros de Santa Cruz pasan a ser cosa juzgada, todo bien, nadie tiene nada que objetar. ¿Eran 500 o eran 1.000 millones? ¿Los intereses? ¿Las comisiones? No importa. A nadie le importa. Los habitantes, anestesiados, dejan hacer.
Con grandes titulares, algunos medios, pocos, alertan sobre los $15.000 millones que la llamada ley De Vido le va a permitir al ministro manejar a su arbitrio. Nadie dice nada. $ 1.600 millones gasta en subsidios al transporte el Secretario Jaime y sus explicaciones no son demasiado claras. Nadie dice nada. No se cuestiona cuanto costó la plaza del 25 de Mayo, que pagaron los habitantes con sus impuestos, dinero que tendría que ser usado en reparar escuelas y hospitales cuyo estado es deplorable.
Nadie se preocupa por los 60 kilos de cocaína transportados por Southern Wing y abandonados en el aeropuerto de Barajas, Madrid. ¿A quien le importa el contrabando de cocaína? ¿Qué pasó con los U$S 20.000 millones que los chinos iban a traer a la Argentina para que el Presidente fuera más que Gardel y San Martín sumados? ¿Y la Corte Suprema de Justicia, se completa con dos miembros más como lo establece la ley, llegando a 9 o definitiva, y legalmente queda en 7? Depende del humor o de los intereses del Presidente. Mientras tanto, la gente, anestesiada, se ocupa de sus cosas sin ver que la decisiones políticas inciden en su calidad de vida.
El Gobierno Argentino mantiene conflictos exteriores con casi todo el planeta. Conflictos gratuitos, generados porque sí, porque el Presidente estaba en un mal día, o porque tenía ganas de pelearse con alguien, o porque es su estilo ... Los habitantes, anestesiados, lo comentan como si eso que le sucede a la Argentina no tuviera nada que ver con ellos. Los habitantes no se cuestionan si las promesas electorales de construcción de obras hechas por el Presidente se cumplen o quedan sólo en palabras.
¿Y la inflación contenida y dibujada y mentirosa?¿Y la empresa estatal de aviación sin aviones pero con empleados muy bien pagos y uniformes comprados ... para usar de entre casa? ¿ Y Enfarsa, perdón, Enarsa, la petrolera estatal que no existe, pero gasta? ¿Y la cuestión militar? Nadie se pregunta porqué hay que vivir en y del pasado ¿Será para no ver los desmanes del presente y averiguar que no hay futuro? Los habitantes no se preguntan si hay un proyecto de país, no se preguntan sobre una posible Nación para reconstruir y volver a ser ciudadanos. La anestesia, es total.
El problema es que inevitablemente, alguna vez, se sale de la anestesia. Se puede salir porque el paciente muere, esperemos que no sea el caso. Se puede salir mal, con vómitos, mareos, delirios incoherentes y malestar generalizado, o se puede salir razonablemente bien, pero siempre, se sale con dolor. Al irse la anestesia, duele. Y cuanta menos anestesia reciba el paciente, más rápida será su recuperación. Tres años de anestesia son demasiados. No hay cuerpo que aguante. Hay que despertar ¡YA!
Disculpas. Hay que despertar cuando pase el mundial. Con una número 5 en cada ojo, es imposible salir de la anestesia. El gobierno, agradecido. La Argentina, 2; Costa de Marfil, 1. El gobierno, doblemente agradecido.
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