4/24/2006

El presidente, el poder y la prensa. Por Malú Kikuchi

El Presidente se enoja. Se enoja con mucha facilidad. Desde que asumió, el Presidente se ha enojado con las FFAA y con la prensa; con la anterior Corte Suprema de Justicia de la Nación y con la prensa; con los gobiernos anteriores y con la prensa;, con los empresarios españoles y con la prensa; con aquellos a quienes les debe el poder y con la prensa; con los empresarios franceses y con la prensa; con los partidos políticos y con la prensa; con “su” partido político y con la prensa; con el Vicepresidente de la Nación y con la prensa; con la Iglesia y con la prensa; con el Uruguay y con la prensa; con ¡Finlandia! y con la prensa y ... hay más enojos en el horizonte presidencial, sin olvidar, la prensa.

El Presidente cuando se enoja, reta. Desde su bastión en la Casa Rosada, donde nadie puede preguntarle nada, el Presidente, reta. Esta última semana retó tres veces al periodismo. Es un clásico. No demasiadas veces el periodismo es independiente en la Argentina de Kirchner. Cuando esto sucede, es difícil de tolerar para un Presidente que sostiene que “los mejores periodistas son los fotógrafos ... porque no hacen preguntas.” Un Presidente que en casi tres años de gobierno no ha realizado nunca una conferencia de prensa. ¿Un Presidente que le teme a la libertad de prensa?

El último reto a la prensa, por ahora, fue el viernes pasado y vale la pena analizar el contenido de las palabras presidenciales.

El enojo se centró en el diario Clarín, en general, un aliado del Presidente, que insistió en asegurar que el Brasil intentó un acercamiento entre la Argentina y Finlandia por el tema Botnia (controvertida planta de celulosa en construcción en Fray Bentos, República Oriental del Uruguay). Dicen los escasos periodistas privilegiados que tienen acceso a la información, que la gestión se hizo. ¿Porqué razón la noticia publicada molestó tanto al Presidente? ¿Por qué fracasó? ¿Por qué no fue autorizada por EL? Sólo el Presidente lo sabe, pero se molestó y mucho.

Mientras retaba a los periodistas de Clarín, decía el Presidente refiriéndose al Presidente Lula: “puede hablar con todos los presidentes del mundo ...” El Presidente Lula, agradecido; Kirchner le ha dado permiso para hablar con los demás presidentes. ¿Cómo reacciona Brasil ante estas expresiones paternalistas provenientes de otro Jefe de Estado?

En sicología se llama transferencia. Es el acto mediante el cual proyectamos nuestros pensamientos y o sentimientos en el otro. Por ejemplo, el Presidente les dice a los periodistas (ausentes, no sea que puedan contestarle) : “sean más humildes, la soberbia no conduce a nada. ¿Saben cuanta falta le hace al país una prensa humilde?” Al país le hace falta una prensa humilde, un Presidente humilde, una concepción del poder más humilde.

Dijo el Presidente: “Ellos (los periodistas) pueden decir lo que quieren; ahora cuando yo me expreso democráticamente es una cuestión de autoritarismo y van a la SIP, a ADEPA; en fin todos los sellos que tienen.” Es bueno saber que para el Presidente las asociaciones internacionales y nacionales que custodian la libertad de prensa son sólo sellos, le faltó decir “sellos de goma”. ¿Hay periodistas tan irrespetuosos como para decir que la SIGEN o el Procurador General de la Nación, órganos de contralor del Estado, son sólo sellos?. ¡Nadie en su sano juicio podría afirmar eso!

Finalmente, el Presidente, en un acto que lo honra, dijo a los periodistas (ausentes, no sea que puedan contestarle): “Si puedo ayudarles a que tengan buena información, bárbaro. Siempre voy a estar dispuesto a hacerlo. Es mi tarea y mi deber.” Es cierto, es tarea y deber del Presidente dar la información requerida por la prensa para que ésta pueda a su vez informar al pueblo. ¿Pero dónde está esa información? ¿Cómo se consigue? Llegar al Presidente, imposible.

Las conferencias de prensa forman parte del realismo mágico latinoamericano. Los ministros tienen prohibido hablar con los periodistas. Están censurados por el Presidente (revista Noticias Nº 1530, 22/04/06). Tampoco hay reuniones de Gabinete, donde siempre algún arreglo floral puede filtrar algo de información. La información en la Argentina de Kirchner se ha convertido en un formidable factor de poder a causa de la imposibilidad de acceder a ella. Y no hablamos de información clasificada que hace a la seguridad de la Nación, hablamos de información común, diaria, corriente.

La Constitución Nacional vigente, en su artículo 75, inciso 22, incorpora tratados internacionales “que tienen jerarquía superior a las leyes.” A saber, Declaración Universal de Derechos Humanos que en el artículo 19 dice que: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” En el mismo sentido lo hace la Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 13, inciso 1 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 19, inciso 2. El derecho a la información es un derecho constitucional. Un derecho más que le es negado a los ciudadanos.

Cuándo a los ciudadanos argentinos, reducidos al estado de meros habitantes, no nos queden más derechos ni garantías; ¿seremos capaces de exigir al Señor Presidente el cumplimiento de la Constitución Nacional que él juró cumplir y hacer cumplir?

Es nuestro derecho y nuestra obligación.

Gentileza exclusiva para NOTIAR