2/26/2007

Kirchner ataca de nuevo, por Manuel Malaver.

De las cuatro visitas realizadas por Néstor Kirchner a Venezuela, sin duda que la última ha sido la más rentable.

Aún más: podría decirse que las otras fueron como la introducción al “golpe” que el mandatario santacruceño ejecutó durante los días en que, sin alejarse de un área de 200 kilómetros, se alzó con el primero de 9 pozos que “su” petrolera estatal Enarsa tendrá en la Faja Petrolífera del Orinoco, vendió bonos por 758 millones de dólares de la desahuciada deuda argentina a su principal prestamista, el estado venezolano, y de ñapa, cerró el acuerdo mediante el cual, la revolución más generosa que conoce la historia, le dio un préstamo de salvataje por 135 millones de dólares a una empresa lechera, Sancor, que no naufragaba, estaba hundida en las frías aguas del río de La Plata.

Pero también se puso en marcha el llamado Banco del Sur, manía castrochavista en la cual el neoperonista no pondrá un solo dólar (a menos que Chávez se lo preste) y que busca, nada más y nada menos, que sustituir a organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo en el financiamiento de obras de infraestructura de la región, en otro intento de contener, a punta de petrodólares venezolanos, la influencia del neoliberalismo y el imperialismo en el subcontinente.

O sea, que otra fantasía, como el Gasoducto del Sur que Kirchner sabe mejor que nadie es tan imposible e inútil como construir un puente entre América y Europa, pero que el otario patagón simula respaldar y todo para sacarle los últimos morlacos al “gallo desplumao” tropical y caribeño.

Y todo por un pago en retórica prochavista relativamente barato, pues no se le pidió esta vez a Kirchner pronunciarse a favor del socialismo del siglo XXI, ni dar explicaciones sobre las relaciones cálidas y fraternas que mantiene con los Estados Unidos, ni respaldar de manera franca y ostentosa a un gobierno que ya transita por el atajo de la dictadura pura y simple, ni insinuar, siquiera, que forma parte de una entente o eje con Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia “destinada por la providencia” a restaurar la América latina precolombina, étnica, unirracial y autárquica.

Claro, eso en público, porque en privado, los dos grandes caciques del Sur y el Norte, seguro que tuvieron tiempo para explayarse en temas como las visitas simultáneas que realizaron en agosto pasado a la ONU, y donde, mientras Chávez regaba azufre a su alrededor para espantar “al diablo Bush”, Kirchner cumplía una tenida en Wall Street para convencer a los magnates de la bolsa de Nueva York que Argentina seguía siendo, como en los tiempos de Menem y Cavallo, el mejor país para invertir en América latina y el mundo.

Además ¿cómo es eso que el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, el alto funcionario de la administración kirchnerista que Chávez considera como “un interlocutor privilegiado” (“Cada día somos más amigos de la Argentina, De Vido está cada día más sonriente ¿no le vieron la cara?”), es igualmente un habitué en los convites del embajador de Washington en Buenos Aires, Earl Wayne (“Hoy tuve el placer de recibir al ministro, Julio De Vido, quien vino a mi casa a compartir un almuerzo”) en los cuales, no solamente se afina el papel del gobierno peronista en la lucha contra células de Al Qaeda que presuntamente infestan la región, sino de negocios contantes y sonantes como la participación de empresas norteamericanas en la distribución eléctrica tan importante para paliar el déficit energético que le carcome los huesos al maltrecho gigante del sur?

Pero sin duda que el asunto más trajinado, tanto en la cena privada con que Chávez agasajó a Kirchner la noche del miércoles, como en la sobremesa que se llevó a cabo en un lugar no identificado, y que según fuentes confiables se extendió hasta el amanecer del jueves, fue el fallo de un Juez Federal argentino, Rodolfo Canicoba, solicitando a las autoridades iraníes la extradición del expresidente, Alí Hashemi Rasanjani y al excanciller, Alí Akbar Velayati, como responsables del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA, en Buenos Aires, el 18 de julio de 1994, con un saldo de 84 muertos y 300 heridos.

Y que, según el analista político rioplatense, Joaquín Morales Solá, constituye un hito en la lucha de la justicia globalizada contra el terrorismo y el fundamentalismo, pues ”es, hasta ahora, la única prueba concreta que existe en el mundo de que Irán es un estado vinculado al terrorismo”.

Y frente al cual, la administración Kirchner se ha mostrado particularmente activa a través de INTERPOL, dando origen a un impasse diplomático que llevó, incluso, a citar al encargado de negocios de la República Islámica, Moshen Maharvand, a la cancillería rioplatense.

De modo que decisión del poder judicial, e iniciativa del poder ejecutivo por hacerla cumplir, más pronorteamericanas no pueden ser, como quedó demostrado en el relanzamiento, a raíz del fallo, de las relaciones entre las patrias de Washington y San Martín, desatando una serie de visitas de altos funcionarios en los dos sentidos que ya no hablan sino de los tiempos en que Carlos Menem decía que las relaciones entre USA y Argentina eran de “hermanos mellizales”.

Recientemente, por ejemplo, el Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos de USA, Nicholas Burns, de visita en Buenos Aires, señalaba: “Para nuestro país Argentina es el socio más fuerte en la región en temas de no proliferación de armas nucleares y terrorismo; la Argentina, junto con USA, es el líder en la no proliferación de armas nucleares y en los temas relacionados con Irán”.

Pero con Burns, también llegaron a Buenos Aires, Tom Shanon, Subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, y después el Secretario de Justicia, Alberto Gonzales, y todos en la tónica de agradecer a la administración Kirchner la manera cómo había colaborado para producir una decisión que le ha quitado el sueño a los ayatolahs que tanto admira y protege, Hugo Chávez.

De modo que entre sorbos de mate argentino, de te de coca boliviano, o café venezolano (los neopopulistas no toman bebidas alcohólicas en público, sino encapillados, y mucho menos en reuniones que tengan que ver con los aliados del Medio Oriente coránico), y mientras se ordenaba subir el aire acondicionado para mitigar el calor de casi 40 grados que brota de la confluencia del Orinoco y el Caroní, es posible que Chávez pensara: “Bueno, ¿pero con quién está este hombre, conmigo o con Bush, con el socialismo o con el capitalismo, con la revolución o la contrarrevolución? ¿Y cómo es posible que se prestara a una maniobra tan sucia contra los hermanos iraníes? ¿Y si después nos aplica una igual o parecida? ¿Y con qué cara voy yo a justificar haberle regalado 5 mil millones de dólares que no son míos sino de la revolución bolivariana? ¿Y si se trata de un farsante, de un hipócrita redomado de esos que suenan tanto en los tangos de Gardel?

Y es posible que adivinándole el pensamiento, el argentino se adelantara a contestarle al venezolano: “Presidente Chávez, usted sabe como son los dribblings de la política, que no siempre, o casi nunca, se pueden anotar goles del centro de la cancha, pues todo es cuestión de pases, alguna que otra patada, este o cual empujón, y al final la gloria del gol. Porque más allá de la AMIA, Nicholas Burns, Tom Shannon o el Juez Canicoba, está una relación histórica que pasa también por el Astillero Río Santiago, y la exportación de carne y leche en polvo en las cantidades que precise, y tractores y autobuses, el respaldo a su candidatura para el próximo premio Nóbel de la Paz, y el empeño mío, y de nadie más, de que la selección venezolana esté en los primeros lugares de la Copa América y nuestros respaldo, total y definitivo, a que Venezuela se provea de tecnología nuclear.

Y aquí Chávez se tomó el último sorbo del tercer termo de café de la noche: “Ok, presidente, estamos de verdad muy cansados para discutir y ponernos de acuerdo sobre tema tan espinoso. Pero tiempo es lo que sobra. Seguramente no ya en esta visita suya a Venezuela, pero si en la próxima que haré a Buenos Aires. Vamos reposar aunque sea una hora para terminar de cumplir la agenda”.

Pero Kirchner no volvió a reposar durante las horas que le quedaban en Ciudad Guayana, y mucho menos en esta primera del día jueves, cuando, tratando de conciliar el sueño, tuvo una pesadilla con Chávez despotricando, insultando y hablando sapos y culebras de Vicente Fox, de Alán García, Felipe Calderón, Oscar Arias, y de todos aquellos que creyó una vez eran sus amigos, y salieron después a tomar distancia con él, y a decir que era un militar autoritario, y un populista irresponsable y que solo por la riqueza petrolera tenía votos en Venezuela y respaldos en Latinoamérica.

¿Qué no le pasaría entonces a un “hermano” como Kirchner que lo ha esquilmado sin piedad, usa las reservas internacionales venezolanas como si fueran suyas, y sale ahora a prestarse a una cacería contra los hermanos iraníes y a servir de tonto útil del imperialismo y el sionismo?

Y aquí despertó el presidente patagón y santacruceño, y de verdad que desde ese día no ha vuelto a conciliar el sueño