Las Malvinas: ¿Serán nuestras algún día? Por Malú Kikuchi
En la escuela primaria, desde muy chiquitos, se nos enseña que la islas Malvinas fueron, son y serán nuestras. Desde hace 173 años, la realidad dice otra cosa. Algunos hechos para actualizar la memoria.
En 1520, Esteban Gómez, de la nave San Antonio, que formaba parte de la expedición Magallanes, descubre las islas. Las bulas papales dicen que esas islas pertenecen al reino de España. A pesar de la clara pertenencia, ingleses, holandeses y franceses pasan por la zona y tratan de instalarse. No lo consiguen.
En 1690 el capitán de la marina Británica John Strong, navega por el estrecho de San Carlos que separa la Gran Malvina de la isla Soledad, y lo bautiza Falkland en honor al vizconde del mismo nombre. Las islas siguen perteneciendo a España. En 1764 (244 años después de haber sido descubiertas), el francés Louis de Bougainville, llega a las islas. Había partido del puerto de Saint Malo, Francia, y su tripulación que era “malouine” bautiza a las islas como “malouines”. Los ingleses desembarcan un año después, en 1765, y las rebautizan llamándolas, Falklands. España las reclama y reconquista en 1770. Para ese entonces, “las malouines” ya eran en castellano, Malvinas.
Desde la creación del Virreinato del Río de La Plata, 1776, y hasta 1810, España nombra sucesivos gobernadores en las Malvinas. Desde 1810 en adelante, las Malvinas dependen de la gobernación de Buenos Aires. Y en 1820 la fragata “La Heroína” toma definitiva posesión de las Malvinas en nombre de Buenos Aires. Algo para recordar, en 1825, Gran Bretaña reconoce la independencia de las Provincias Unidas y no reclama las islas, ni siquiera las menciona.
En 1828 se le otorga a Luis Vernet, natural de Hamburgo, la concesión del Puerto Soledad, para construir una colonia, a su costo. Se instala con su familia y cien gauchos e indios expertos en ganadería. En 1829, Vernet es nombrado Gobernador de las islas Malvinas. Gran Bretaña comienza a reclamarlas aduciendo haberlas descubierto. En 1833 los ingleses conquistan las islas y se instalan en ellas hasta el día de hoy.
Expulsado Vernet de Malvinas, intentó, sin éxito, que el gobierno de Buenos Aires le devolviera los dineros invertidos en las islas. No se los devolvieron. Después de servir a la Patria, murió en la pobreza. Así trataba la incipiente Argentina de ayer, a los que trabajaban para ella. Desde entonces, la única acción coherente a través del tiempo en materia de política exterior Argentina, ha sido el permanente reclamo de las islas desde el mismo momento en que se perdieron.
Pasaron los años. Los colonos ingleses, adaptados a las islas, despreciativamente apodados “kelpers” (un alga que abunda en los mares del sur) por los propios británicos, se afincaron generación tras generación. Y la geografía no es amable para con las personas, se necesita un cierto heroísmo para vivir en las Malvinas. Hay familias que llevan diez generaciones en Malvinas.
Y la posesión da derechos. Nos enteramos por el Embajador Carlos Ortiz de Rosas que en 1966 Gran Bretaña inició un acercamiento en el tema Malvinas y aconsejó “conquistar” a los Kelpers. A partir de 1971, con la firma del acuerdo de comunicaciones, la Argentina construyó en la Gran Malvina la pista de aterrizaje y se instaló YPF en la misma . Se becó a hijos de isleños para estudiar en colegios ingleses de Argentina. Nos acercamos. El 11 de junio de 1974, Gran Bretaña le ofreció a la Argentina el condominio de Malvinas. Perón, entusiasmado, ordenó a su canciller Vignes, aceptar.
Pero Perón murió el 1º de julio, días después. Isabelita no pudo manejar el tema. Derrocada Isabel y durante la presidencia de Galtieri (respondiendo a una necesidad de prolongarse en el poder) en la noche del 1º al 2 de abril de 1982, Argentina desembarcó en las islas, las reconquistó y las volvió a perder el 10 de junio. El primer muerto argentino fue el Capitán de Fragata Pedro Giachino, al que se le sumaron 649 muertos más, en su mayoría, soldaditos del interior de 20 años. De los sobrevivientes, escondidos con vergüenza, abandonados por la Nación, sin atención sicológica ni económica, se suicidaron, hasta hoy, 350. Así trata la Argentina actual a aquellos que arriesgaron su vida por ella.
Desde Luis Vernet a los ex combatientes de hoy, la Argentina no ha sido demasiado amable con los que trataron de hacer realidad nuestra presencia en las islas Malvinas. ¿Cómo pretender que los isleños quieran pertenecer a un país con semejante historia?
¿Qué hacer con el tema Malvinas? No se pueden desconocer los derechos de los isleños, llevan demasiados años y no quieren depender de Argentina. Pero no podemos olvidar los derechos históricos y geográficos que nos asisten.
Malvinas es, para los argentinos, una asignatura pendiente. Los isleños no sólo no nos quieren, nos temen. Somos un país imprevisible, con bruscos cambios de 180º en casi todo. No tenemos seguridad jurídica, no respetamos los contratos, fabricamos pobres sin necesidad, somos erráticos políticamente, nuestros gobiernos no saben que las leyes se deben cumplir, no hay separación de poderes y la justicia es una utopía, ¿cómo no van a temernos?
El día que la Argentina sea un país confiable, jurídicamente seguro, con una moneda fuerte, un comercio exterior creciente, un ingreso `”per cápita” alto y una justicia independiente, las ventajas geográficas van a pesar. Es más cercano, por lo tanto más cómodo, en una emergencia, Río Gallegos que Londres. ¿Pero hoy, porqué querría un isleño ser argentino pudiendo ser británico? ¿Porqué querría depender de la Argentina pudiendo hacerlo de Gran Bretaña? ¿Qué tenemos para ofrecerles?
Sólo si nos convertimos en el “país en serio” que declamamos y no somos, los británicos de las islas aceptarán un gobierno compartido. Sólo si nosotros alcanzamos primero todas las ventajas que ofrecen los países serios a sus habitantes, sólo entonces, con naturalidad, las Malvinas volverán a ser lo que nunca tuvieron que dejar de ser: Argentinas.
Gentileza exclusiva para NOTIAR
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