5/08/2006

Corsódromo, el lugar adecuado. Por Malú Kikuchi.

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española, “carnaval, ser un carnaval” en su segunda acepción, significa: conjunto de informalidades y fingimientos. El diccionario es preciso y el corsódromo, el lugar adecuado para el acto del viernes pasado.

El tema de las plantas de celulosa, ENCE y BOTNIA, que se establecen en Fray Bentos, República Oriental del Uruguay, ha entrado a formar parte del realismo mágico latinoamericano. Sin restarle responsabilidades al Uruguay, el errático comportamiento del gobierno Argentino ha convertido un posible y no comprobado problema ambiental, en una situación casi bélica. Como siempre, a los hechos.
Hechos. El tratado del Río Uruguay de 1975 establece que de surgir problemas que no puedan resolver las partes, se debe recurrir a la Corte Internacional de La Haya. Antes de llegar a esa instancia, está la **CARU, Comisión Administradora del Río Uruguay (1975) que tiene como objetivo preservar, cuidar y controlar el medio ambiente del río.
La CARU actúa como mediador internacional y cualquier acuerdo que se haya establecido por medio de la misma tiene valor ante La Haya. Argentina y Uruguay celebraron un acuerdo titulado Plan de Monitoreo de la Calidad Ambiental del Río Uruguay de Plantas Celulósicas, donde se establecen controles especiales a la altura de Gualeguaychú / Fray Bentos.
De eso no se habla. ¿Cuándo el Gobierno va a contarle a los argentinos que el acuerdo existe y tiene vigencia? ¿Va a esperar a que La Haya le pregunte al Gobierno porqué recurre a ella después de haber aceptado la instalación de las plantas, previa aceptación de un estudio ambiental? ¿Cancillería no conoce el Plan de la CARU? En ese caso, nuestra Cancillería es algo más que ineficiente, no sirve. Y si lo conoce, de hecho el actual Vice Canciller estaba al frente de la CARU (lado Argentino) cuando se acordó el Plan, le están retaceando información a los argentinos. Y a la Corte Internacional de la Haya.
Hechos. De pronto, como un conejo sacado de la galera de un mago, el gobierno argentino se convierte en el campeón de la defensa del medio ambiente. La no contaminación pasa a ser la bandera que moviliza a todo el país político hacia la “amenazada” Gualeguaychú. Una Argentina tan, pero tan preocupada por la pureza del agua, el aire y la tierra que no ha tenido tiempo de reparar en algunos pequeños problemitas ambientales que la aquejan. A los privilegiados habitantes de la ciudad de Buenos Aires –que ostenta el título de capital del país y recauda el segundo presupuesto nacional, lo que implica que no le falta dinero- les corresponden 7 ratas y por lo menos 2 murciélagos por persona.
Todavía no se han contabilizado cuantos alacranes por habitante. En la zona sur de la ciudad, densamente poblada, el agua está tan contaminada que el Gobierno de la Ciudad provee de agua envasada para el consumo. El estado de la cuenca Matanza Riachuelo, es terminal. Datos para recordar: la primera mención de la podredumbre de la cuenca se hace en 1811, luego en 1813, después en 1822, y así hasta hoy, 2006, cuando el estudio presentado por el Ombudsman declara que es una cloaca a cielo abierto. Poniendo en riesgo cierto la salud de más de cuatro millones seiscientos mil habitantes.

Por los que no se hace nada, ¡desde 1811! La falta de limpieza de la ciudad a la que contribuyen perros, cartoneros y la deficiente recolección de basura hacen de Buenos Aires un lugar poco saludable. Faltan tratamientos adecuados para eliminar los residuos patológicos. Las emanaciones de los vehículos (mayormente colectivos) cuyas condiciones no responden a lo que indica la ley, se ensañan con las vías respiratorias de las personas. Son incontables los basurales a cielo abierto. Y esto sucede en la ciudad más poblada y más rica del país.

En el resto de la Argentina hay minas que envenenan sin ningún control, acuíferos contaminados, invasiones de moscas a 50 kilómetros de Buenos Aires por permitir establecimientos avícolas sin los debidos recaudos. De las 10 plantas de celulosa que existen en el territorio nacional, 9 usan sistemas contaminantes prohibidos en los países del primer mundo. Hay industrias fuera de toda norma, montes talados indiscriminadamente, ríos que sirven de vertederos de químicos tóxicos, y más, mucho más. Todo ello sucede mientras el Gobierno Nacional, los Gobiernos Provinciales y los Gobiernos Municipales están distraídos, ocupados en otros quehaceres, mirando hacia otro lado. En este preciso momento, miran hacia la República Oriental del Uruguay, el país más cuidadoso del medio ambiente de Latinoamérica.

Hechos. La concentración “espontánea” acompañando la nacionalización del conflicto con el hermano país Uruguayo, sumó gobernadores necesitados de los dineros de la Nación, políticos y gremialistas temerosos de perder el favor presidencial, administrativos provinciales que respondieron a un feriado impuesto por el gobernador entrerriano y por supuesto, auténticos y honestos pobladores preocupados por el posible impacto ambiental. Los menos. Un acto de una hora de duración, que le costó millones al tesoro público, que permitió que la mayoría de los oradores, incluyendo el Presidente, dijera banalidades, que no conformó a los ambientalistas y contribuyó a endurecer las ya tensas relaciones con el Uruguay. Sin lugar a dudas, el corsódromo fue el lugar adecuado para el acto. Desgraciadamente, sin la alegría del verdadero carnaval.
**En Internet, en el sitio de la CARU se encuentra el texto completo del Plan de Monitoreo de la Calidad Ambiental del Río Uruguay de Plantas Celulósicas, información existente en la carta que le enviara el Gobernador de San Luis, Dr. Alberto Rodríguez Saa al Señor Presidente de la Nación, 4/5/06.
Gentileza en exclusiva para NOTIAR