Cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia, por Malú Kikuchi
“Hegel dice que los grandes hechos de la historia se producen dos veces. Se olvidó de agregar, la primera vez como tragedia y otra como farsa”, Karl Marx, El Dieciocho Brumario (1852). En la Argentina se debería reemplazar “farsa” por sainete, ya que es un género literario inventado en el Río de la Plata , que nos representa.
A la Revolución de Mayo le siguen años de guerras y desorden. El caos es imposible de soportar si se prolonga en el tiempo. La sociedad necesita orden y lo pide. En 1829 la solución para la provincia de Buenos Aires parece estar en manos del Brigadier Juan Manuel de Rosas, que acepta el cargo de gobernador luego de conseguir de la legislatura de la provincia “facultades extraordinarias”. Además solicita que se haga un plebiscito aceptando sus condiciones. El plebiscito se realiza sólo en la ciudad, la aprobación del campo se descuenta, y obtiene 9713 votos a favor y 7 en contra.
El 6 de diciembre de 1829 es nombrado “Restaurador de las leyes” y ejerce el poder con mano firme, sanea la economía, y gobierna apoyándose en las clases bajas y en las entonces patricias familias ganaderas. Impone la divisa punzó (la había usado durante la defensa de Buenos Aires contra las dos invasiones inglesas, 1806 y 1807) y pasa a ser el emblema del federalismo. Establece el “está contra nosotros el que no está del todo con nosotros”. En 1832 lo reeligen Gobernador, pero la legislatura no le vuelve a otorgar las facultades extraordinarias, dando por superado el tiempo de crisis. El Brigadier, ofendido, renuncia al cargo de Gobernador y se vuelve al campo. Su mujer, Encarnación Escurra, se queda en la ciudad.
Encarnación Escurra fue lo que hoy se definiría como un cuadro político. Con el distintivo que su partido y su ideología se circunscribían a Don Juan Manuel de Rosas. Que su marido volviera al poder en las condiciones que él estableciera eran toda su ambición personal. Los tiempos eran otros, las mujeres no actuaban abiertamente en la política. Así es que, mientras Rosas aumentaba su poderío entre indios amigos y gauchos, lejos de la ciudad, ocupado aparentemente sólo de los quehaceres del campo, Encarnación, trabajaba. Trabajaba incansablemente. Organizaba, desde el mítico patio de la casa de los Escurra algo parecido a la SIDE de hoy.
El patio se convirtió en un real centro de inteligencia. La visitaban menesterosos, negros, domésticos, todo el “pobrerío” de la gran aldea pasaba por ahí. Todos obtuvieron algo, ayuda económica, comida, padrinazgos, a cambio de ... información. Encarnación Escurra sabía no sólo lo que hacían sino también lo que pensaban los ricos comerciantes, los terratenientes, los borrachos, las costureras, los posaderos, los curas, hasta las lavanderas. Sabía quien estaba a favor y quien estaba en contra de Rosas. Movía los hilos con habilidad, sumaba apoyos a la causa de su marido, atacaba sutil y socialmente a los potenciales enemigos, agitaba las aguas políticas. Pasaron tres años.
El matrimonio Rosas logró su objetivo. -En la Argentina, desde siempre, ¿el poder es un bien ganancial?- La legislatura lo volvió a elegir, pero, sin condicionamientos. Y finalmente, Don Juan Manuel aceptó, como un servicio patriótico a la provincia, el cargo de gobernador de la misma. Fue el 13 de abril de 1835 y esa vez no le otorgaron “facultades extraordinarias”, esa vez le dieron la “suma del poder público”. Facultades ilimitadas, judiciales, legislativas y ejecutivas, también sin límite de tiempo. Empezó el terror.
Las primeras medidas bastan para saber hacia donde se dirige el Brigadier. Da de baja a más de un centenar de militares que se le habían opuesto, fusila a unos cuantos díscolos, establece un estricto control sobre la prensa, comienza una persecución sin piedad hacia la oposición ideológica y todo ello se hace posible gracias a la Mazorca.
Se la llamó así, Mazorca, porque representaba la fuerza mediante la unión, por la espiga de maíz con sus granos muy juntos. Pero La Mazorca, más allá de su simbolismo alimentario, fue en realidad la fuerza de choque que Rosas usó para imponer su tiranía. Dice John Lynch en “Juan Manuel de Rosas” : “Aplicado como instrumento de gobierno para eliminar enemigos, disciplinar disidentes, advertir irresolutos y también controlar partidarios, el terror implementado por Rosas desde la Sociedad Popular Restauradora y su brazo armado – La Mazorca- constituye uno de los aspectos más horrendos de sus años de gobierno”.
Rescatando la fenomenal defensa de la soberanía nacional que hace Rosas enfrentando a Francia y a Gran Bretaña, hecho reconocido por San Martín, lo demás, es terror. Y ese terror fue posible gracias a la absoluta falta de controles, controles que graciosamente la legislatura de la Provincia de Buenos Aires le había concedido. Pero como todo lo que empieza alguna vez termina, llegó Caseros. El 3 de febrero de 1852 Rosas es vencido en batalla por Urquiza. Se refugia en la embajada británica, y pasa los últimos 25 años de su vida en Swarkling, Southampton, Inglaterra, como un pequeño granjero. La Argentina, ya constituida como Nación, le confisca su enorme fortuna y vive pobremente, de su granja y de la ayuda de sus amigos, incluyendo a Urquiza.
Apenas derrotado Rosas, las provincias deciden constituirse en Nación. Hecho siempre postergado por Rosas, que ya sin su presencia en el poder, se volvía posible. El 1º de mayo de 1853 se sanciona la Constitución Nacional. El recuerdo de Rosas está vigente, y en el artículo 29 de la Carta Magna los constituyentes proclaman: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional [...] facultades extraordinarias, ni la suma del poder público [...] Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”.
Cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia. Haciendo la salvedad que el tiempo es otro. La Argentina y el mundo son otros. Las comunicaciones globalizadas impiden excesos que se toleraron por ¡17 años! durante la primera mitad del siglo XIX. Hoy, no serían posibles. ¿No?
Según Hegel y Marx, la historia se repite, cabría preguntarse porqué se repiten los errores. ¿Los responsables del error no son concientes del mismo o lo son y por temor, cobardía o comodidad lo cometen a sabiendas? Preguntas que habría que formularles a los diputados de la Nación. Los diputados son en teoría los representantes del Pueblo, y son votados por el Pueblo y deben legislar para el Pueblo. Ya tienen media sanción del Senado las facultades extraordinarias que pide el Ejecutivo con respecto al gasto discrecional del presupuesto.
Ya es ley la posibilidad de legislar a través de los decretos de necesidad y urgencia. ¿Cómo votarán esta semana los diputados? Falta media sanción y el Ejecutivo tiene la suma del poder. ¿Votarán a conciencia o a conveniencia? Como sea, la votación debe hacer constar el nombre y el apellido del diputado, debe constar en actas si votó para conceder o no las facultades extraordinarias. El Pueblo debe saber quienes son los que respetan y quienes son los que no respetan la Constitución Nacional.
Todo lo que empieza, algún día termina. Los que hoy legislan, algún día dejarán de hacerlo. Los que hoy están en el poder algún día no lo estarán. El artículo 29 de la Constitución Nacional seguirá en su lugar, esperando ....
Gentileza en exclusivo para NOTIAR
1 Comments:
Muy buen editorial. Ayer (no el viernes) ví el último programa de la Caja "de este ciclo" y la verdad no pude menos que conmoverme. Entiendo que lo que dice el Sr. Cirino es absolutamente atendible. No sirve de mucho solidarizarse de la boca para afuera y después dejar todo el peso de la resistencia en los hombros de unos pocos. Lo que ustedes hacen es excelente, y desde mi modesto lugar intento hacer lo mismo. Vaya mi reconocimiento y mi deseo de volverlos a ver en breve ocupando un espacio televisivo con la calidad que los caracteriza.
marian.teves@gmail.com
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