Oposición sin destino, a medida del Pingüino. Por Malú Kikuchi
Para muestra, basta un botón. Martes 18 de julio, 13.00hs, Plaza del Congreso. Convocatoria en contra de los superpoderes y a favor de la República y la Constitución Nacional. Contando con generosidad, se reunieron 200 personas. Un fracaso total. ¿Se organizó mal?, muy probablemente. ¿A la gente no le importan los superpoderes del Ejecutivo?, muy probablemente. ¿Los opositores son incapaces de ponerse de acuerdo?, muy probablemente. Y entre probables probabilidades, la Argentina, nuestra Argentina, se nos escurre entre los dedos como si fuera agua.
Según el diccionario de la Real Academia Española, oposición , en su 6° acepción dice: "minoría que en los cuerpos legislativos impugna habitualmente los actos y las doctrinas del gobierno". Y viene del verbo oponer, (del latín) que quiere decir: "poner una cosa contra otra para estorbarle o impedirle su efecto".
¿La oposición cumple con su rol de oponerse? Si, cumple, se opone. ¿Consigue lo que se propone?, no, no lo hace. No lo consigue, en parte por ser minoría, en parte porque se dan por vencidos antes de empezar. La abrumadora mayoría del partido gobernante y la facilidad de parte del gobierno para "convencer" a miembros de otros partidos, le resta efectividad a la oposición. Sun Bin, en “El arte de la Guerra” (texto tradicional chino escrito en el siglo IV AC) dice: "todo lo que tenga forma puede ser definido y todo lo que puede ser definido puede ser vencido". Los senadores y diputados de la Nación que no obedecen al gobierno, deberían leer a Sun Bin.
Probables probabilidades. La oposición no sabe organizarse. De veras, no sabe. De pronto, de un muy bien intencionado grupo de alguno de los partidos opositores surge la idea de hacer una convocatoria para protestar por los superpoderes que tan graciosamente el legislativo le va a ceder al ejecutivo. Y lanzan la convocatoria. Apelando a las mismas personas, no averiguan primero cuantos actos del mismo tenor se van a hacer ese día o el anterior o el siguiente.
Y se encuentran que son muchos los actos, demasiados, y no hay ni gente ni tiempo suficientes para asistir a todos.Consecuencia: buena voluntad por un lado, fracaso asegurado por el otro. Y el peor de los resultados, el menos deseado, el gobierno, ¡exultante! Una oposición sin destino, hecha a la medida del pingüino.
Probables probabilidades. A la gente no le importan los superpoderes. A la gente, y se acepta resignadamente el hecho, no le importa la Constitución Nacional, no la conoce, no imagina que esa serie de artículos que presume aburridos, tiene directa ingerencia en su calidad de vida. Y si la educación formal de escuelas y colegios no han sabido o no han querido enseñar el valor práctico de la Constitución, es de interés de los partidos políticos el hacerlo.
¿Cómo espera un partido político que lo prefieran sobre otros sino enseña que el populismo barato se confunde al principio con prosperidad y con el tiempo, siempre, siempre acaba mal para los que menos tienen? Un partido político de la oposición debe explicar que el respeto a la Constitución siempre, pero siempre, protege a todos por igual (artículo 16). En un país al borde del abismo institucional, es obligación de los partidos encontrar una forma amena de enseñar la Constitución de manera casi religiosa, en el sentido estricto del concepto de religión, es decir, ligar, atar a las personas a algo que las trasciende. Mientras no lo hagan, la oposición no tiene destino y está hecha a la medida del pingüino.
Probables probabilidades. ¿No saben los opositores ponerse de acuerdo? No saben, no pueden, quizás ni siquiera quieren. Y no es sólo responsabilidad de los partidos y de los políticos. La gran falencia, la debilidad de la oposición, es no aceptar al "otro". Y este es un pecado que nace en la sociedad y se refleja en la política. Todo aquello que se oponga hoy al gobierno, sufre de "diferencitis".
Estamos rodeados de compatriotas que piensan más o menos como nosotros y se oponen al avasallamiento de las instituciones en manos del gobierno.
Sin embargo, escuchamos: "no, López Murphy no, es demasiado radical, o, Macri, ¡ni loco!, es un nene de papá. Y Patti no, no lo apoyo porque es un represor, y ¿Sobich?, no, preguntá en Neuquén, es igual a K pero del otro lado. Y Lilita, ¡no!, Lilita sólo sirve para denunciar, ¡si hasta se quedó sin partido! De Lavagna no me hables, trabajó con K y por si fuera poco lo traen Alfonsín y Duhalde. Y los radicales no sirven para gobernar, y los socialistas son cuatro gatos locos y, y, y, ... ¿entonces? ¡mejor Kirchner!". Que es lo que tenemos por pensar como pensamos y actuar como actuamos.
De un lado, nosotros, miles de generales sin ejército. Del otro, un inmenso ejército perfectamente alineado detrás de la promesa de una caja. De un lado, nosotros, entre pequeñeces ridículas a la hora de pensar en la patria en grande, sin tener en claro ni el objetivo ni la prioridad. El objetivo es ganar las próximas elecciones apoyando al candidato que tenga más probabilidades y la prioridad es no caer en una absoluta dictadura. Del otro lado, todo está claro, objetivo y prioridad: quedarse en el poder, un poder casi absoluto, la mayor cantidad de tiempo posible. Lo que, al día de hoy, es casi una certeza.
Reaccionemos. Las elecciones tienen fecha: 28 de octubre 2007. De seguir así, la oposición no tiene destino y parece hecha a la medida del pingüino.
Gentileza en exclusivo para NOTIAR
1 Comments:
Malú, lamentablemente vivo en Rosario, pero te juro que si hubiera estado en Bs.As., ese día estaba con vos y esas 200 personas frente al Congreso: poco a poco el pingüino y su señora pingüina nos están picoteando los sesos. Podremos pararlos en las urnas? Saludos.
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