7/11/2007

Cuando dividir, suma. Por Malú Kikuchi

En su imprescindible libro “El Príncipe” (1513), Maquiavelo sugiere que una de las formas de alcanzar y de mantener el poder, es dividir (divide y reinarás).


Y según el diccionario, dividir es, en su tercera acepción, desunir los ánimos y voluntades introduciendo la discordia.


Cuando se llega a la presidencia de la Nación con sólo el 21,7% de los votos, se hace indispensable construir poder para hacer posible la gobernabilidad. El Presidente Kirchner construyó poder y dejó muy atrás esa tremenda debilidad de origen.


Hay maneras aceptables, legítimas y republicanas de construir poder. No todas lo son. El Presidente Kirchner eligió como método para consolidar su gobierno, el enfrentar argentinos contra argentinos.


Removió un doloroso pasado todavía cercano y encabezó, de palabra, una nueva guerra civil contada de un solo lado. Destruyó con un arsenal de insultos y de “caja” a los partidos opositores. Incluyó entre los partidos opositores al propio. Fundó un curioso nuevo partido con los despojos de los otros partidos: el Frente para la Victoria, no tan victorioso últimamente.


Dividió con diatribas “atrileras” a las FFAA, marginó a la iglesia oficial y separó con un criterio muy particular a empresarios buenos (amigos) de empresarios malos (los que no se someten). Dividió al periodismo entre obsecuentes bendecidos por la pauta oficial de un lado, e independientes fuera de las pautas, pero blanco de los improperios presidenciales hasta con nombre y apellido.


Dividió a su propia gente generando feroces internas en su gabinete. Hay ministros que en vez de resolver los problemas existentes, trabajo por el cual se les paga, viven de rosca en rosca con tal de esmerilar el poder de los otros y estar en la gracia del Presidente. Gracia que el Presidente otorga de a ratos a uno y de a ratos a otro (Alberto Fernández/De Vido), para seguir controlándolo todo.


Los ejemplos son muchos. Dividir ha sido la divisa del Presidente. En cuatro años de mandato cumplido (25/5/03 – 25/5/07) el Presidente se ha dedicado a atacar oponentes, disidentes y hasta amigos, en vez de resolver los problemas de la gente.


Los partidos políticos, en particular los tradicionales, se han desarticulado. Del peronismo y del radicalismo sólo quedan recuerdos de tiempos mejores. Sus más notables dirigentes están dispersos, o desaparecidos del quehacer político o revistan en nuevos partidos o están al servicio del gobierno. Hasta ahora.


De pronto, después de las últimas y memorables derrotas del oficialismo (Neuquén, Ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego) algo empieza a cambiar en la política argentina. De tanto dividir, algunas de las partes se empiezan a sumar.



El Presidente especialista en divisiones, dividió, dividió otra vez y una vez más. De repente, el congreso legalmente “ilegal” y emocionalmente legítimo del PJ, reunió personalidades difíciles de imaginar compartiendo un palco. Decidieron trabajar en conjunto, revitalizar la mística peronista, rechazar la candidatura de Cristina a la presidencia y llegar a las elecciones con fórmula propia.


Las posibilidades reales de una fórmula del PJ peronista, las tendrán que evaluar encuestadores que no estén contratados por el gobierno. Las probabilidades del resto de los candidatos opositores, que se niegan a sumarse, también habrán de medirlas encuestas independientes. Pero, si por alguna razón de las muchas razones probables, Cristina no llega al 40% de los votos, la historia Argentina, es otra.


Si de tanto dividir partidos, intenciones, ideas y personas, en vez de gobernar, se le empiezan a sumar enfrentando al gobierno: la corrupción, el caso SKANSKA y los demás sobre-facturados gasoductos de esta administración; los curiosos subsidios al transporte; la manipulación del Consejo de la Magistratura y por ende de todo el Poder Judicial; ¿qué puede pasar?


Si a todo lo anterior se le suman Felisa Miceli y su inexplicable bolsa con dinero, los desaparecidos y nunca esclarecidos dineros de Santa Cruz; la no reconocida pero existente y gravísima crisis energética; la inflación creciente, el desastre cometido contra el INDEC y los fallidos controles de precios; ¿qué puede pasar el 28/10?


Si se le suman además, el peligro de los aeropuertos sin radares; la inseguridad y el narcotráfico y la droga dependencia en crecimiento exponencial; los asesinatos no resueltos; las pésimas relaciones exteriores, el conflicto disparatado con el Uruguay; la deuda externa que ya alcanza las cifras anteriores a la renegociación; ¿qué puede pasar en las elecciones del 28/10?


Si el gobierno de Kirchner se ve forzado a enfrentar sus errores y al mismo tiempo al PJ peronista, a Lavagna, a López Murphy y a Lilita Carió, aunque vayan cada uno por su lado y no tengan grandes números a su favor en cuanto a intención de voto, las posibilidades de llegar a un balotaje se convierten en probables.


En “El Príncipe”, Maquiavelo no sólo aconsejaba dividir para reinar, también advertía, “ […]el natural de los pueblos es variable. Fácil es hacerlos creer una cosa, pero difícil hacerlos persistir en su creencia” (capítulo VI).


El Presidente puede dividir, los ciudadanos debemos sumar.

Como siempre, de Usted depende.

El 28 de octubre, Usted decide. ¿Acepta sumarse a la división o suma a favor de la Argentina?

Gentileza en exclusiva de www.lacajadepandoraonline.com para NOTIAR