7/02/2007

“Van agotando la paciencia”. Por Malú Kikuchi

Asunción, Paraguay, viernes 29 de junio 2007. Durante la trigésimo tercera reunión cumbre del MERCOSUR, el Presidente Kirchner, refiriéndose a las empresas de las que depende la energía en Argentina, dijo: “poco a poco van agotando la paciencia”.


Pudiera ser que las empresas que trabajan en el ámbito de la energía, desde las que exploran (hoy, ninguna), pasando por las que producen, transportan y comercializan, estén agotando la paciencia del gobierno. Pudiera ser. Lo cierto es que el gobierno va agotando la paciencia de los argentinos. Y esa es una realidad sin subjuntivo.


Esta administración, que asumió el 25 de mayo de 2003, ya cumplió su mandato. Va a entregar el poder o a reasumirlo 6 meses y dos semanas más tarde de lo que indica la Constitución Nacional. ¿Qué hizo en estos 4 años de mandato para solucionar la crisis energética? Nada. ¿Podrá hacer algo en los 5 meses que faltan? Poco probable.



Durante el 2003, empezando a salir de la debacle del 2002, la devaluación feroz (de U$S1 igual a $1, pasamos a U$S1 igual a $3) y más del 50% de los argentinos caídos en la pobreza y en la indigencia, pareció lógico no aumentar las tarifas de la energía.



Gracias a la incorporación anual de alrededor de 100 millones de personas, chinos e indios, al consumo internacional de bienes, Argentina se vio muy beneficiada. Salió de la crisis rápido y con tasas de crecimiento admirables. La economía creció, el desempleo bajó. Era de esperarse que con el aumento de la producción industrial se requiriera mayor consumo de energía. El gobierno no lo previó.



Demasiado ocupado en acumular poder para legitimar su paupérrimo inicio (21,70% de votos), dejó la energía de lado. Con tarifas congeladas, las empresas prefirieron explorar en países más afines a los precios reales. En vez de liberar tarifas para aquellos que las pueden pagar y fijar una tarifa social para los que menos tienen, prefirieron distorsionar el mercado.



Llegamos entonces a la inverosímil situación en que un señor acomodado puede calefaccionar su pileta con gas de red a un precio vil, precio vil que subvenciona un pobre que debe pagar el gas de garrafa 5 veces más (metro cúbico) que el gas de red. Un modelo de injusticia social pocas veces visto. ¡Y se dicen progres!
Hasta la llegada de la administración Kirchner, y a partir de los 90, Argentina exportaba gas a Chile y a Uruguay. Ahora dependemos del gas de Bolivia, de la buena voluntad de Evo Morales y de su estabilidad política.



El desbarajuste se repite con las naftas, las más baratas del continente. De los países limítrofes vienen a abastecerse a la Argentina. No tenemos fuel oil para levantar las cosechas, cosechas a las que le debemos el auge económico.



Debemos importar fuel oil desde Venezuela. Un fuel oil de tan mala calidad, tan contaminante, que por primera vez en Buenos Aires sufrimos lluvia ácida. Y por supuesto, lo pagamos más caro de lo que lo vendemos oficialmente. Lo que genera automáticamente desabastecimiento y mercado negro.



Los ejemplos son muchos. Parecería que Argentina con sus precios deformados y fuera de la realidad, no estuviera sobre el planeta Tierra y girara sola en el espacio exterior. Pero la realidad, amable o terrible, es sólo eso, la realidad. Se la puede ocultar por un tiempo, no se la puede hacer desaparecer.



La realidad de la crisis energética ha hecho su aparición. La crisis, ésta que fuera reiteradamente negada por el Presidente, por el ministro De Vido, por el secretario de comercio “Lassie” Moreno, llegó para quedarse. Y puede que las empresas, de acuerdo al Presidente, sean responsables y “poco a poco van agotando la paciencia”; pero y el gobierno, ¿no es responsable?



A lo largo de estos últimos 4 años, ¿qué hizo el gobierno en materia de planificación energética? Nada. ¿El gobierno incentivó a las empresas para que invirtieran en la exploración de nuevas áreas? No. Todo lo contrario, acá se paga a U$S 1,40/ e1millon BTU, mientras que en Bolivia se paga a U$S 5,00. ¿Quién está agotando la paciencia de quien? ¿Las empresas o el gobierno? Y lo más importante, ¿a quiénes se les está agotando la paciencia, al gobierno con las empresas o a los argentinos con el gobierno?



En cuanto a “agotar la paciencia”, según explica el diccionario, “agotar” es gastar del todo, consumir y dice que “paciencia” es la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. Se consume la capacidad de padecer sin alterarse. La frase es perfecta, sólo que equivoca el sujeto y el destinatario. El gobierno, este gobierno, está agotando la paciencia de los argentinos.



Sólo en lo que va del 2007, hay que sumarle a la crisis energética (que era previsible y ahora es inevitable por un mínimo 3 años de haber empezado a invertir ayer), “pequeños hechos” como la no aparición de Jorge Julio López, los aeropuertos sin radares, la corrupción del caso SKANSKA y de los demás gasoductos de esta administración, el mentiroso dibujo de la inflación por el INDEK, el “desprolijo” manejo de los fideicomisos, la bolsa con dólares, pesos y euros olvidada en el baño por la ministra Miceli, la inseguridad creciente, la reaparición del ex gobernador Acevedo denunciando acuerdos a espaldas de la gente, y….



Es cierto, “van agotando la paciencia”. El 28 de octubre, como siempre, de Usted depende. Usted decide si los argentinos siguen soportando sin alterarse tanto desgobierno en temas esenciales y tanto maquillaje en temas triviales, o si cambia el curso de la historia. De la mano del voto.


El 28 de octubre dígale adiós a la paciencia.


Gentileza en exclusiva de www.lacajadepandoraonline.com para NOTIAR