12/03/2007

¡Qué cansancio! por Malú Kikuchi

De acuerdo al diccionario, “cansancio” tiene dos acepciones: 1) falta de fuerzas que resulta de haberse fatigado; 2) hastío, tedio, fastidio.

Según una definición médica, el cansancio es una sensación subjetiva de falta de energía física o intelectual, o de ambas. Otras versiones médicas del cansancio, son: agotamiento, letargo, astenia.

La mayoría de los argentinos sienten cansancio. Cansancio político. El cambio que nada cambia, no despierta expectativas. La continuidad, con maquillaje frívolo, -“edecanas” en lugar de edecanes-, sólo habla de cambio de género. No alcanza. Esta reelección, disfrazada de elección, cansa. Produce hastío y tedio. Y en el 55% que no la votó, el cansancio se vuelve fastidio.

Esta sensación subjetiva de falta de energía física o intelectual, o de ambas, se convierte en apatía, en ese letal “qué me importa”. Es una decisión dramática para el destino del país. Alejarse de cualquier tema que se refiera a la política, implica dejar en manos de unos pocos, el futuro de todos. ¡Pero es tan difícil combatir el cansancio!

El cansancio, cansa. Por eso es tan difícil de combatir. El cansancio se alimenta de sí mismo, crece, invade, inmoviliza. El cansancio se fagocita las ganas de hacer, la inquietud de enterarse, la necesidad de saber. El cansancio es enemigo de la libertad. El cansancio borra las responsabilidades, diluye los imperativos.

Los amigos, cansados, no quieren ni oír nombrar el tema político, lo han prohibido en las reuniones. Los conocidos, cansados, no leen nada más que los titulares de los diarios y a veces, ni eso. Les produce angustia, escozor; los irrita. Es la sensación de que nada va a cambiar, que todo esfuerzo es en vano, que todo va a seguir igual.

Los noticieros radiales y televisivos se especializan en temas policiales y sociales. Poco o nada sobre información política. A esta altura no se sabe, si los medios complacen a la gente o si la gente está siendo adiestrada por los medios. El resultado, sea cual fuere el origen, es el mismo: la política, el debate de ideas, la discusión sobre el futuro de la Nación, se maneja en una esfera reservada sólo al gobierno. La gente queda fuera.

Y como la gente está cansada, a la gente no le importa. Se refugian en una televisión ramplona, una televisión que se encierra en una casa para espiar la intimidad de unos pocos. En algunos casos la gente se siente representada por los que están dentro de la casa. En otros casos siente que, ¡afortunadamente!, no la representa.

La gente se embelesa con los sueños que bailan, cantan o patinan, otros. Y el resto de la televisión se preocupa y se ocupa de desmenuzar el encierro y los sueños. Dos programas con alto rating, adormecen a la gente. ¡Qué cansancio!

El resto de los medios, sigue en la misma línea, mucho tema social, ¡han descubierto que la droga y el alcohol hacen estragos entre los adolescentes! ¡Chocolate por la noticia! Y la inseguridad, que no es una sensación, permite llenar y rellenar páginas y horas. ¡Qué cansancio!

La política con P mayúscula, se ha convertido en exclusivo coto de caza de los dueños del gobierno. Las mismas ideas. Los mismos actos. ¡Las mismas personas! Todo es lo mismo. Los sospechosos de siempre, sospechados por los mismos hechos. Los escándalos de siempre, como siempre, sin resolver.

Una leve esperanza, que no alcanza para paliar el cansancio, de que algo cambie en las relaciones exteriores. ¡Ojalá! Hace falta. En el resto, más de lo mismo. Con la pragmática filosofía que explica, “si así nos fue bien y nos votaron (el 45% del 71% del padrón que equivale al 30% del padrón), ¿para qué cambiar?, todo es más de lo mismo.

La oposición contribuye al cansancio generalizado. Acepta las reglas de juego que impone el gobierno. Se diría que le facilita el juego. ¿Por qué lo hace? No se sabe. Puede que sea por cansancio de tanta lucha sin éxitos relevantes, o por impotencia o por incompetencia. El resultado es que contribuyen al cansancio generalizado.

Los medios de comunicación proveen el espectáculo. El gobierno dice que ayuda a proveer el pan. Hace siglos, a esta clase de política, le dieron nombre los romanos, pan y circo. Durante un tiempo, funciona.

En una Argentina donde la frase corriente es, “¡declaremos la guerra!”, seguida de: “pero vayan Ustedes a la lucha”, el cansancio de la sociedad es la respuesta coherente a tanta egoísmo interesado e incoherente. ¡Qué cansancio!

Algún día, algún hecho insólito, no previsto, hará que la gente despierte del letargo.

En algún momento, un imponderable disipará el cansancio y otro país será posible. Falta tiempo para que eso suceda. Pero indefectiblemente, algún día, sucederá. Mientras tanto, ¡qué cansancio!

Dan ganas de escribir sobre cocina, botánica o astronomía.

La política en Argentina, cansa. Escribir sobre política, cansa más.

Gentileza en exclusiva de www.lacajadepandoraonline.com para NOTIAR