Finalmente, el martes 17 de octubre, los restos de Perón salieron de la Chacarita para ser enterrados en la mítica quinta de San Vicente. Los que conocieron a la pareja sostienen que en la quinta, Eva y Perón, fueron felices. Los historiadores opinan lo mismo. Parecía ser el lugar apropiado para el descanso final. No lo fue.
Más allá de esa reiterada manía argentina de trasladar cuerpos de un lado para el otro desconociendo aquello de dejar “que los muertos descansen en paz”, enterrar a Perón en
la quinta de San Vicente era razonable. No lo fue.
Apropiarse de los cadáveres, es también una arraigada costumbre argentina. Cuando se decide el traslado, el problema se centra en quién va a ser el dueño del muerto. ¿Será Duhalde, el más ortodoxo de los peronistas y autor de la idea del mausoleo para Perón? o ¿serán los sindicalistas, hijos predilectos de Perón? Quizás les corresponda a los muchachos K, esos que fueron echados de la Plaza por Perón, pero hoy son dueños del poder. ¿Quiénes? Por supuesto que nadie pensó en el Pueblo peronista que amaba, y aún lo hace, profundamente a su líder. Perón y el Pueblo, quedaron de lado. Fueron un simple pretexto en la lucha por ...¡un mejor lugar en el palco!
Después de la llamada batalla de San Vicente, se hacen indefectiblemente comparaciones con la masacre de Ezeiza (20/06/1972). Sin embargo, las comparaciones no son posibles. En Ezeiza, dos grupos ideológicamente antagónicos pelearon por obtener el beneplácito del líder. El saldo fue de 200 muertos y la clara bendición de Perón hacia la ortodoxia del partido y el rechazo total a la izquierda de los montoneros. En la batalla de San Vicente se enfrentaron, felizmente sin muertos, dos sindicatos afines a la política del Gobierno, todavía no se sabe claramente ni el porqué, ni el para qué. La lógica del PJ está más allá de la lógica de los mortales comunes.
En San Vicente, al final, ¿qué pasó? Hubo piedras, hubo palos, hubo heridos graves y heridos leves, hubo tiros. Un hombre perdió un ojo. Hubo un cadáver maltratado detenido en una ruta sin saber qué se haría con él, hubo un hospital colapsado, hubo un pueblo ajeno a lo que pasaba, que se despedía de su líder.
Hubo funcionarios que decidieron a último momento no asistir al acto, hubo personajes sobre un palco totalmente desconcertados, hubo discursos atorados en las gargantas. Y la violencia se repitió tres veces; más piedras, más palos, más heridos... ¡para que Perón descansara en paz!
Hugo Moyano está al frente de la CGT y es aliado del Presidente. Era el dueño del acto. Su hijo Pablo está al frente del poderoso gremio de los camioneros, que está en sintonía con las políticas del Presidente. La UOCRA, gremio de la construcción, tiene al frente a Gerardo Martínez, hombre del Presidente. Y Juan Pablo “el Pata” Medina es la cabeza de la UOCRA de La Plata. Piumato (ex secretario General de U.E.J.N) y Viviani (gremio de peones de taxi) y Venegas (titular de las 62 organizaciones), están cerca de Moyano. Emilio “Madonna” Quiroz, chofer de Pablo Moyano disparó una pistola varias veces delante de las cámaras de televisión. Tanto los que agredían desde dentro de la quinta y como los que agredían desde fuera, eran todos peronistas y todos le respondían al Presidente. ¿O no?
¿Qué pasó? ¿Porqué pasó? ¿Para qué pasó? ¿Quién tiene la culpa? Cronología del disparate. El viernes 13 de octubre se acordó que: “las 62 organizaciones y la CGT eran las encargadas de la organización y la seguridad de la totalidad del evento”. Omar Viviani, habló de 3.000 hombres con pecheras que se harían cargo de todo dentro de la quinta. Hoy, Viviani sostiene que nunca se prohibió que la policía entrara a la quinta y añade, “acá hay responsables políticos”. ¿Quiénes? Viviani no, Viviani no fue. El Gobernador Solá dice: “no me siento responsable (¿¿??) y no voy a hablar más del tema”. Y ya se sabe, si no se habla, el tema deja de existir. ¿Deja de existir? Sigue diciendo Solá, “¡basta de patoteros!” y la pregunta es, ¿quién emplea patoteros para dirimir problemas, los ciudadanos o el Gobierno? Pero, Solá, no fue. Dice el Presidente, “(los incidentes) no pasan por casualidad, apuntan contra el Presidente para evitar que el país siga creciendo, con justicia (¡¡!!) y reconciliación (¡¡!!).” Sin comentarios. Obviamente, el Presidente no fue.
Dice Hugo Moyano, “los incidentes se armaron para perjudicarme e impedir la asistencia de Kirchner al acto”. Está claro que Moyano, no fue. Dice Arslanian que lo acordado era que la policía sólo actuaría a pedido de los organizadores. Se creía, ¡qué ingenuidad! que la seguridad era un tema indelegable del Estado. Pero, Arslanian, no fue. Dice Venegas, “la seguridad le corresponde a la policía”.
Tiene razón. Y Venegas, no fue. Dice Piumato, “son los sectores del poder económico contrarios a los intereses populares”, para terminar afirmando que todos los incidentes estuvieron armados por ... ¡Bush! A pesar del disparate, Piumato, no fue. El diputado Carlos Kunkel y el piquefuncionario Luis D´Elía, sostienen que todo es culpa de Duhalde. Por supuesto que Kunkel no fue. Y D´Elía no fue. Chiche Duhalde contesta que tanto Kunkel como D´Elía “son hombres violentos a quienes el Gobierno manda decir barbaridades”. Está demás decir que, Duhalde, no fue.
Dice Antonio Cafiero contestándole a un periodista, “no me gorilee” (¡¡!!) Y continúa, “¿hay muertos, cuántos muertos? Si no sabe, no pregunte”. ¡Qué pena Dr. Cafiero! A fuerza de años se había ganado el respeto de algunas personas. El respeto hacia su persona quedó tristemente herido en San Vicente. Y Cafiero, no fue.
Dice Emilio Quiroz, “si yo no hubiera disparado, la masacre hubiera sido peor. Actué en legítima defensa contra los agresores que eran hinchas de Estudiantes”. (¿¿??) ¿Los de Estudiantes seguirían furiosos por el 7 a 0 contra Gimnasia? Quiroz no fue. ¿Cómo que no fue si todo el mundo lo vio por televisión? No fue, y basta. Nadie fue. Es más, de acuerdo a su defensor el ex juez Daniel Llermanos (abogado de Camioneros y muy cercano al Gobierno), “ a Madonna le van a tener que pedir perdón. No tiró contra nadie, apuntó contra la pared, conciente del poder absorbente de los ladrillos. Efectuó los disparos en un acto de solidaridad ...”. El comentario está más allá de cualquier comentario.
Nadie fue. Los responsables en la Argentina hablan de los hechos, de cualquier hecho, como si fueran corresponsales extranjeros enviados al país para describir los extraños sucesos que acontecen en esta zona del planeta. Sucesos que les son ajenos, que no tienen nada que ver con ellos, que nunca han sido generados por ellos. Esa es la razón por la cual los inexplicables acontecimientos de este 17 de octubre no tienen responsables. Los 60 heridos, los destrozos, el féretro esperando en medio de la nada, la ausencia de funcionarios nacionales, el Pueblo, una vez más estafado en su buena fe, todo, es culpa del “otro”. ¿Quién será el otro? ¡Encuentren al “otro”!
Mientras “nadie fue”, la Argentina vuelve a las páginas de policiales en los diarios del exterior. Mientras “nadie fue”, la Argentina acumula preguntas sin respuestas. Mientras “nadie fue” y nadie es responsable de nada, desde el Gobierno nos toman por tontos. Si nos dejamos tomar por tontos, es que lo somos.
En el país del “nadie fue”, el domingo 28 de octubre 2007 tenemos la oportunidad de demostrarles y demostrarnos ... que no somos nada tontos.